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  • Foto del escritorCris Orbe Arcos

Si quieres resultados diferentes, no hagas lo mismo.



Siempre me he sentido atraída por tan precioso arte marcial y más en concreto el kata, en muchas conversaciones cuando intento explicarlo, todo se vuelve demasiado complejo al tratar de expresar lo que realmente significa para mí…


Podría decir que se trata de una serie de movimientos precisos, golpes, bloqueos y patadas, ya establecidas y compartidas como un arte ancestral, a lo mejor esa definición puede llegar a ser demasiado técnica. El kata es mucho más que eso.


Kata en japonés significa “Forma” que llega a ser un conjunto de muchos aspectos más allá de lo técnico: es concentración, autocontrol, carácter. Es vivir el kata y saber transmitirlo para ti y para los que te ven.


Durante diez años, he entrenado las mismas cinco katas de competencia. Diez años de dedicación y motivación por buscar el equilibrio perfecto entre la técnica, el ritmo y la expresión, de aprender a disfrutar cada movimiento.


A menudo, me preguntan cómo logro mantenerme motivada después de tanto tiempo, cómo no me aburro de perfeccionar una y otra vez la misma rutina. La respuesta es sencilla: el secreto está en el detalle. Siempre hay un pequeño ajuste que se puede hacer, una mejora mínima, ese 1% del que suelo hablar que puede marcar la diferencia. Esa atención constante al detalle es lo que me ha llevado a fijarme metas pequeñas en cada entrenamiento y no aburrirme.


En 2018, después de mi segundo entrenamiento del día, decidí comprar un cuaderno. Buscaba una forma de llevar un registro de mis correcciones y objetivos, algo que me permitiera ver mi progreso día tras día.


Un cuaderno me llamó la atención desde la estantería con una frase en su portada: "Si quieres resultados diferentes, no hagas lo mismo". Y así fue como empecé a anotar cada pequeño detalle, cada pequeña mejora, después de cada entrenamiento.


Con el tiempo, me di cuenta de que el kata y la vida tienen mucho en común. Ambos son un constante desafío, una evolución constante que nos obliga a prestar atención a los detalles y a corregir nuestros errores. En el kata, como en la vida, siempre hay algo nuevo que aprender y algo nuevo que mejorar. Y esa es, sin duda, la lección más valiosa que me ha enseñado el Kata: que la mejora constante es posible, si uno se esfuerza lo suficiente para conseguirla.




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