Los pequeños detalles que llenan el corazón

Hace ya casi tres años, tomé una decisión que cambiaría el rumbo de mi vida por completo. Dejé mi hogar en Ecuador, dejé todo lo que había conocido hasta entonces y me aventuré hacia lo desconocido en busca de salir de mi zona de confort.

A lo largo de los últimos 14 años, el karate ha sido mi compañero constante, un deporte que me ha dado muchos momentos precisos, he guardando con cariño cada uno de los recuerdos: los karateguis con los que hice mis primeros entrenamientos, las medallas que había ganado en campeonatos y los trofeos que había acumulado con el tiempo.

Creo que la ilusión de un niño puede mover montañas. Por eso, decidí donar todos esos recurso tan importantes para mí a aquellos pequeños que podrían darle un hermoso uso. Sabía que estaría en buenas manos y que, cada una de esas piezas tendría un nuevo hogar en el que serían apreciados y cuidados.

Dos años más tarde, en mi nuevo hogar España, la vida me trajo una nueva oportunidad: enseñar a aquellos pequeños que veían el mundo con ojos creativos e ilusión. Me convertí en la "Profe Cristina". Dieciséis pequeños que, con sus ocurrencias y lo rápido que aprenden, hacen que mi corazón salte de alegría.